¿Recuerdas esas máquinas de los recreativos a las que jugábamos cuando éramos niños?

¿Recuerdas como funcionaba esa maquinita?

Exacto. Tú introducías una moneda y empezaba el juego. Cuando terminaba el juego siempre aparecía lo mismo en la pantalla. 

Game Over

El juego ha terminado.

Pero eso a nadie le preocupaba, al menos a nadie que tuviese más monedas para seguir jugando. Porque siempre que salía el game over, inmediatamente aparecía otra pantalla en la que se podía leer: 

Game Over

El juego ha terminado.

Pero eso a nadie le preocupaba, al menos a nadie que tuviese más monedas para seguir jugando. Porque siempre que salía el game over, inmediatamente aparecía otra pantalla en la que se podía leer: 

Insert Coin. Introduce otra moneda.

En caso de que tuvieses intención de seguir jugando, tan solo tenías que introducir una moneda y  el juego empezaba de nuevo. 

¿Y por qué te cuento esto? 

Porque muchas veces vamos por la vida como si estuviésemos dentro de esa maquinita. Pensamos que independientemente de como estemos jugando nuestra partida, tendremos más oportunidades para volver a jugar. Que introduciremos otra moneda, y jugaremos de nuevo, pero esta vez, mucho mejor.

Pues bien. Déjame decirte algo.

No es así. 

Cuando nacemos, recibimos una moneda, la moneda que nos da la oportunidad de disfrutar de este juego que es la vida.

Cuando llegue el game over, se acabó. No habrá otra pantalla que te diga que puedes volver a jugar. 

Cuando llegue el game over, no tendrás esa oportunidad, ni tú, ni yo. 

Pero hay una buena noticia. Hoy sí tienes esa oportunidad.

En realidad, no hay una moneda. Hay dos.

La primera, la conseguiste el día en el que naciste y, la segunda, la consigues el día en el que te das cuenta de que sólo tienes una moneda para disfrutar del juego. 

Ahora piensa, ¿estás jugando al juego de la vida como realmente quieres jugar? ¿Lo estás disfrutando? ¿Estás siendo la persona que quieres ser dentro del juego?

 

Estas mismas preguntas me las hice yo misma hace tiempo y fueron tan potentes que dieron lugar a la piedra angular de mi método de trabajo: LA COHERENCIA CON LA PROPIA IDENTIDAD. 

Para vivir el juego de forma coherente con lo que somos, queremos y necesitamos es necesaria una cosa: EL AUTOCONOCIMIENTO. 

Si no te conoces, ¿cómo vas a saber si el juego te está gustando?

A veces, como en los juegos, elegimos personajes que no nos representan. Vivimos vidas que no nos representan en absoluto. ¿Cómo he llegado hasta aquí? ¿Por qué en mi vida parece que todo está bien menos yo?

Estas son las preguntas que se nos suelen repetir a menudo, cuando nuestro “yo mostrado” dista mucho de nuestro “yo auténtico”. Cuando eso pasa, sentimos un gran conflicto interno. Aparecen las dudas, la dificultad para tomar decisiones, la tristeza, la frustración, el vacío. Todas esas emociones, lo único que intentan decirnos es que estamos años luz de lo que somos en realidad. 

Estas mismas preguntas me las hice yo misma hace tiempo y fueron tan potentes que dieron lugar a la piedra angular de mi método de trabajo: LA COHERENCIA CON LA PROPIA IDENTIDAD. 

Para vivir el juego de forma coherente con lo que somos, queremos y necesitamos es necesaria una cosa: EL AUTOCONOCIMIENTO. 

Si no te conoces, ¿cómo vas a saber si el juego te está gustando?

A veces, como en los juegos, elegimos personajes que no nos representan. Vivimos vidas que no nos representan en absoluto. ¿Cómo he llegado hasta aquí? ¿Por qué en mi vida parece que todo está bien menos yo?

Estas son las preguntas que se nos suelen repetir a menudo, cuando nuestro “yo mostrado” dista mucho de nuestro “yo auténtico”. Cuando eso pasa, sentimos un gran conflicto interno. Aparecen las dudas, la dificultad para tomar decisiones, la tristeza, la frustración, el vacío. Todas esas emociones, lo único que intentan decirnos es que estamos años luz de lo que somos en realidad. 

¿Y por qué suele pasar esto?

¿Y por qué suele pasar esto?

Porque la autenticidad es para los valientes.

Para todos aquellos que son conscientes de que solo tienes una moneda y que están decididos a disfrutar del juego al máximo hasta que llegue su game over.

Yo hace tiempo que decidí dejar de sentirme una cobarde. Decidí dejar de esconder lo que soy y cada día refuerzo el compromiso conmigo misma para seguir viviendo mi vida desde ahí, desde la coherencia con lo que soy en realidad.

Si estás leyendo esto, puede ser por dos razones:

O bien estás en el equipo de los valientes que se atreven a ser auténticos y estás disfrutando de darte cuenta, o bien, estás en ese punto en el que ya te has cansado de hacer siempre lo que se espera de ti, de hacer caso al “debería” y deseas crear una vida más auténtica, más alineada con lo que eres en realidad y más coherente con tus valores y tus necesidades reales.

Porque la autenticidad es para los valientes.

Para todos aquellos que son conscientes de que solo tienes una moneda y que están decididos a disfrutar del juego al máximo hasta que llegue su game over.

Yo hace tiempo que decidí dejar de sentirme una cobarde. Decidí dejar de esconder lo que soy y cada día refuerzo el compromiso conmigo misma para seguir viviendo mi vida desde ahí, desde la coherencia con lo que soy en realidad.

Si estás leyendo esto, puede ser por dos razones:

O bien estás en el equipo de los valientes que se atreven a ser auténticos y estás disfrutando de darte cuenta, o bien, estás en ese punto en el que ya te has cansado de hacer siempre lo que se espera de ti, de hacer caso al “debería” y deseas crear una vida más auténtica, más alineada con lo que eres en realidad y más coherente con tus valores y tus necesidades reales.

Si eres de los primeros, ¡Enhorabuena! Estamos en el mismo equipo. 

Si eres de los segundos, ¡Enhorabuena! Estás en el lugar indicado, a un solo paso de darle un verdadero significado a esa segunda moneda que acabas de recibir.